En las colinas de Oaxaca, donde el viento acaricia suavemente las montañas y la serenidad del paisaje invita a la contemplación, se encuentra un refugio que trasciende el tiempo. Casa Olguín, concebida por los visionarios Guillermo y Marilee Olguín, es mucho más que una residencia: es un legado vivo que entrelaza historia, diseño y la esencia misma de Oaxaca.
La historia de Casa Olguín se remonta a la década de 1970, cuando Marilee y Guillermo, recién llegados a Oaxaca, decidieron establecerse en San Felipe del Agua, un enclave que por entonces permanecía casi deshabitado. En un entorno de caminos de terracería y animales de carga transitando libremente, la pareja comenzó la construcción de las primeras casas de adobe del lugar. Este conjunto arquitectónico, compuesto por cinco viviendas, sigue siendo hoy testimonio fiel de su visión y del profundo compromiso con la tierra que eligieron como hogar.
Tres de estas casas están actualmente abiertas al público, brindando la oportunidad de conocer de cerca su esencia. Además, Casa Olguín está disponible para hospedarse, ofreciendo a los visitantes una experiencia única en un entorno con una profunda conexión con la naturaleza y el legado cultural. A lo largo de los años, sus muros han sido testigos del paso de destacadas figuras, como el pintor Francisco Toledo , Victoria Abril y la actriz Anjelica Huston, entre muchos otros, que han formado parte de la historia de este espacio singular.
Casa Olguín ha trascendido fronteras, alcanzando proyección internacional. En la década de 1990 fue incluida en publicaciones de renombre, como Living with Folk Art (1991), de Nicholas Barnard, y The Spirit of Mexican Design (1998), de Melba Levick, Tony Cohan y Masako Takahashi. Las imágenes que ilustran estas obras capturan la esencia del lugar: un equilibrio entre tradición y autenticidad, que permanece grabado en la memoria de quienes lo visitan.
Guillermo Olguín, apasionado coleccionista, enriqueció la casa con una colección que abarca desde máscaras prehispánicas, fotografías de Bernard Plossu , hasta textiles africanos. Esta diversidad no sólo le confiere un carácter singular, sino que también invita a reflexionar sobre los lazos invisibles que conectan culturas a lo largo del tiempo y el espacio.
Por su parte, Marilee, quien trabajó estrechamente con comunidades indígenas, fue el alma creativa del proyecto. Su sensibilidad y sabiduría se reflejan en cada rincón, impregnando la casa de una energía profundamente humana y espiritual.
Más que un espacio físico, Casa Olguín es un testimonio vivo del amor y la dedicación de Guillermo y Marilee por preservar y celebrar el alma de Oaxaca. Quienes la visitan no solo admiran su belleza arquitectónica y artística, sino que también se sumergen en un legado que sigue nutriendo el tejido cultural de la región: un espacio que trasciende el tiempo y se instala, con sutileza, en la memoria.
Fotos de: Ricardo Audiffred
Lee más de “Diarios de viaje” de Alondra Mondragón aquí.
Suscríbete aquí a nuestro Newsletter para que estés al día con nuestros contenidos.