En la columna anterior hablamos sobre por qué la felicidad es un proceso, que si bien, empieza con una decisión consciente, requiere esfuerzos disciplinados, constancia, valentía, compromiso, manejo efectivo de emociones, información científica sobre felicidad, balance, etc. a lo largo de la vida para ser disfrutado, y todo ello forma parte de la aventura de vivir. La felicidad no es un destino al cuál una vez llegando, ya la hiciste para toda la vida. Sino que es un camino, mismo que puedes gozar profundamente si construyes herramientas y hábitos que te generen bienestar en las distintas áreas de tu vida.
También reflexionamos sobre si vives o sobrevives tus días, de la capacidad que tienes de responder a lo que te sucede, y de uno de los mayores obstáculos que enfrentas actualmente para ser feliz, que es vivir con base en las expectativas que crees que los demás tienen de ti. Unir tus expectativas de ti mismo a las expectativas de los demás sobre ti, es un grave y peligroso error, porque siempre te sentirás insuficiente y vivirás permanentemente en la disyuntiva de serte leal a ti o a alguien más. En realidad, no es un planteamiento de opciones excluyentes, “una u otra”, sino de conjunciones, “una y otra”. Porque la magia está en entender que cuando te eres fiel a ti, les estás regalando tu verdadero ser a las personas con las que te relacionas, y no una fachada, un personaje, y una mentira, entonces todos ganan.
Me gustaría que habláramos sobre autenticidad, valentía y libertad, pero será después, porque en la columna anterior te prometí que en esta haríamos un diagnóstico de tu bienestar y un plan de acción sencillo para que iniciaras a construir bienestar hoy. Así que dejemos ese tema para un futuro encuentro. Para mí la felicidad no es un concepto lejano y abstracto, que sólo los “iluminados” pueden entender y alcanzar, sino una idea concreta, práctica y ambiciosa que cualquier persona que se lo proponga puede materializar en su vida siguiendo estos 5 pasos:
1. Diagnóstica
2. Haz un plan con esa información
3. Ejecútalo
4. Evalúa si funcionó o no
5. Toma decisiones sobre si debes continuar el esfuerzo, ajustarlo o de plano, abortar la misión y cambiar de esfuerzo.
Si has leído hasta aquí es porque estas dispuesto a iniciar tu proceso de construir felicidad por y para ti, con todooo lo que implica. Probablemente, no será fácil, habrá desconcierto de las personas a tu alrededor porque están acostumbradas a ciertas cosas tuyas que estás intentando cambiar y eso puede provocar fricción, puede haber errores, obstáculos, frustración, caídas, momento de duda o situaciones agridulces, un sentimiento de estar en obscuridad o crisis, etc. pero cuando esto ocurra, te recomiendo que reconectes con el motivo por el cuál estás comprometido a ser feliz y trabajar para ello. De esta manera, tomarás una bocanada de oxígeno para poder continuar.
Trabajar formalmente en tu bienestar de largo plazo es el mayor acto de amor propio, por ello, como siempre recomiendo, puedes acompañarlo de un ritual. Es decir, si se te antoja puedes poner música tranquila que promueva un estado de reflexión, servirte tu bebida favorita y prender una vela o algún difusor con aromaterapia. La intención es poner a todos tus sentidos en un estado de comodidad, apertura e introspección.
¿Estás listo para empezar a profundizar en los pasos 1 y 2 del proceso para construir bienestar de largo plazo?
Primero, toma una hoja y haz 4 columnas. La primera de izquierda a derecha se titula “área de mi vida”, la segunda “número”, la tercera “motivos o razones” y la cuarta “opciones de mejora”.
- En la primer columna abajo del título vas a enlistar de manera vertical las siguientes áreas que componen el modelo SPIRE:
Espiritual, física, intelectual, relaciones, y emocional (Tal Ben-Shahar, Maria Sirois y Megan McDonough).
- En la segunda columna, titulada “número”, vas a evaluar del 1 al 5 cómo sientes que te encuentras en cada una de las áreas de tu vida en este momento.
- En la tercer columna, titulada “motivos o razones” vas a escribir el porqué de la calificación que asignaste a cada área.
- En la columna titulada “opciones de mejora” vas a escribir de 3 a 5 ideas para mejorar en cada una de las áreas de tu vida. Te sugiero que no sólo te enfoques en detallar las áreas que evaluaste con las menores calificaciones, ya que una de las estrategias de la psicología positiva es apalancarse de las fortalezas para atender las áreas de oportunidad.
Analiza y reflexiona sobre la información que te arroja este ejercicio. ¿Qué te dice? ¿Cómo te hace sentir? ¿Trae a tu atención algo que no habías visto con tanta claridad? ¿Cuál es la prioridad a atender?
Elige un área, por ejemplo la de relaciones, y, considerando los motivos que escribiste para asignarle la calificación que le diste, describe cómo te sientes hoy y cómo te gustaría sentirte respecto a esa área. Muy importante es recordar aquél refrán: “El que mucho abarca, poco aprieta”. Así que para obtener resultados, evita caer en la tentación de elegir varias áreas para trabajarlas simultáneamente.
Te dejo una imagen y ejemplo de la herramienta para fácil referencia.
Hasta aquí has terminado el paso 1 del proceso, y ya cuentas con un diagnóstico claro de tus niveles de bienestar actual en las distintas áreas, para empezar a trabajar por y para ti en tu felicidad.
Paso 2 del proceso: Haz un plan con esa información.
Es importarte comentarte que un plan efectivo debe hacerse por escrito y contar con un tablero o bitácora de seguimiento.
- Primero define el objetivo de tu plan en una frase o párrafo corto escrito en afirmativo. Es decir, escribe ese “para qué” evitando negar algo. Por ejemplo, la forma correcta de hacerlo es “construir una relación sana con mi pareja”, en lugar de “dejar de pelearme y discutir todo el tiempo con mi pareja”. Recuerda que la realidad se construye a partir del lenguaje y queremos enfocar nuestra atención en lo que queremos lograr. Bien se dice que “Words create worlds”. Si te pido que no pienses en un elefante azul, ¿en qué pensarás? Pues en el elefante azul… lo mismo pasa con tus objetivos. Si te digo que evites discutir con tu pareja, ¿en qué pensarás? Pues en discutir con tu pareja. Los seres humanos creamos en nuestra vida aquello en lo que ponemos nuestra atención.
- Enlista las acciones o actividades que llevarás a cabo para lograr tú objetivo, asignarás fechas, y recursos necesarios para su ejecución. Por ejemplo, si la actividad es salir al cine o a cenar con tu pareja una vez por semana para generar vínculo y poder comunicarse mejor, tendrás que definir el día de la semana, la hora y si necesitas que alguien se encargue de tus hijos, o si tienes que avisar en el trabajo, etc. En este paso lo que haces es contestar a las preguntas ¿Qué? ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿Qué necesito?
Algo muy importante es considerar el plan B y el C. Recuerda que la vida es imperfecta o perfecta en su imperfección, y trae consigo una buena dosis de incertidumbre.
Entre más preveas los obstáculos con los que puedes encontrarte y sus posibles soluciones, mayores serán tus probabilidades de éxito. Por ejemplo, ¿qué pasará si la persona que cuidaría a tus hijos no llega? Ah pues, ya hablé con la vecina y ella me ayudaría… o, ¿qué pasaría si cierran los cines? Ah pues, ya planeamos dormir a los niños temprano para ver una película en casa, etc. La idea es que tengas en el radar que no siempre obtendrás resultados al primer intento, y que eso a menudo es el pretexto para claudicar y seguir repitiendo el círculo vicioso que has construído por años, reafirmando así la falsa idea de que no eres capaz de construir bienestar en tu vida, vacunándote a creer en ti, y materializando esa profecía autocumplida que tanto temías y querías evitar.
Ten en cuenta que, la que definiste fue la versión “perfecta” de tu plan, por lo que también te propongo que escribas la versión del “suficientemente bueno”. Así, no estarás renunciando a tus aspiraciones pero le estarás dando un toque de compasión y realidad a tu visualización del futuro. Se me ocurre que el objetivo perfecto de “construir una relación sana con mi pareja” puede redefinirse en su versión “suficientemente bueno” como “pasar tiempo juntos con la intención de comunicarnos respetuosamente”, de esta manera estaremos liberando presión al bajar nuestras expectativas. Sin embargo, no estamos sacrificando nuestro deseo de mejorar la relación.
Una vez armado el plan, toca ejecutarlo
Dentro de un período de entre 21 y 30 días puedes evaluar su efectividad en referencia al objetivo que definiste. Intenta ser congruente, ajusta lo que no funcionó, y celebra, potencia y crece lo que sí. Ten presente que después de los 30 días del período inicial de evaluación, habrá que continuar con el esfuerzo para realmente volverlo un hábito, es decir, una actividad en la cual no enfrentes resistencia cada vez que la quieras realizar.
Por último, te queda repetir el proceso. La felicidad se construye de manera indirecta, por medio de pequeños esfuerzos intencionales y conscientes que nos ayudan a ir mejorando nuestros niveles de bienestar en las distintas áreas. Si nos concentramos directamente en construir felicidad podemos caer en la paradoja de destruirla, ya que sentiremos ansiedad, nos enfocaremos en el destino y no en el camino, probablemente afectaremos nuestras relaciones, podemos caer en la frivolidad de justificar cualquier medio con tal de lograr el objetivo, etc.
Actualmente, en una sociedad que promueve la inmediatez de resultados al menor esfuerzo, en lugar de la transformación del estilo de vida de las personas, son más populares las cirugías y los medicamentos, que la construcción de hábitos saludables. Es por ello que quiero compartirte 2 ideas de James Clear en su libro “Hábitos átómicos” que a mí me hicieron todo el sentido: “Tus hábitos actuales están perfectamente diseñados para traerte tus resultados actuales” y “No te elevas al nivel de tus objetivos, sino que caes al nivel de tus sistemas (hábitos)”.
El cambio, generalmente, es difícil al inicio, un caos a la mitad y una liberación al final. Por eso echar mano de herramientas científicas puede ser sumamente útil.
Quiero compartirte una herramienta que se llama las 3 Rs: Recordatorios, repetición y rituales. Puedes poner recordatorios a manera de alarma, post-its, letreros, colores, etc. según convenga para acordarte del cambio que quieres implementar. La repetición/ frecuencia es mucho más importante que la intensidad cuando hablamos de cambiar hábitos. Y por último, vuelve esa nueva actividad un ritual, de tal manera que sea tu nuevo automático y tu forma natural de hacer las cosas.
Puede ser que sientas abrumador trabajar en tu felicidad, pero es más abrumador resignarte a vivir una vida mediocre o infeliz. En promedio, las personas intentamos 7 veces un cambio antes de lograrlo. Así que, ¡ánimo!
Espero sinceramente que al saberte y sentirte responsable de construir tu felicidad, te decidas a empezar a trabajar hoy, y te comprometas a hacer de tu 2022 un punto de quiebre positivo en tu vida.
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Hasta pronto… Recuerda que ser feliz es tu responsabilidad.
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