En la columna anterior hablamos sobre que la felicidad es una idea concreta, práctica y ambiciosa que cualquier persona que se lo proponga puede materializar en su vida, y no un concepto lejano y abstracto, que sólo los “iluminados” pueden entender y alcanzar, como muchas veces lo pensamos. Asimismo, compartimos 4 cosas muy útiles en este camino del bienestar de largo plazo:
1. Un proceso sencillo de 5 pasos para construir felicidad.
2. Una herramienta de autodiagnóstico para saber cómo andamos en las distintas áreas de nuestra vida y tener claridad por dónde empezar.
3. Una forma de construir un plan de acción sencillo.
4. La herramienta de las 3 Rs para la adopción de hábitos nuevos: Recordatorios, repetición y rituales.
Hoy, como te lo prometí, quiero que hablemos de valentía, autenticidad y libertad. Muchas veces creemos que los valientes son aquellas personas temerarias, intrépidas, “aventadas”, y emocionalmente fuertes, que no sienten miedo. En realidad, eso es imposible. Todos los seres humanos sentimos miedo. Sólo los psicópatas y los muertos no sienten miedo. Entonces, la próxima vez que sientas miedo tendrás 2 motivos para alegrarte: porque estás vivo y por confirmar que no eres un psicópata.
Quiero empezar por reflexionar alrededor del miedo. ¿Qué es el miedo? El miedo es una emoción, y cómo cualquier otra, tiene información valiosa para la persona que la siente, porque tiene una misión, un objetivo de ser. El considerar que el miedo es malo, es equivocado e ingrato. Sentimos miedo cuando somos expuestos a algo o alguien que interpretamos como peligroso. El miedo pretende cuidarnos, y lo ha hecho durante miles de años con la humanidad. El miedo es una emoción no agradable de sentir, pero cuando nos detenemos a atenderla y entender “para qué” la estamos sintiendo, toma total sentido y hasta llegamos a agradecerla. Sólo piensa, cuando vienen un perro enfurecido hacia ti, es el miedo el que te hacer activar tus sistemas de alerta y correr para que no te muerda. Entonces, ¿el miedo fue malo o bueno? Obvio fue benéfico, porque te hizo reaccionar ante un peligro y hacer lo necesario para salvaguardar tu integridad física. Pues así pasa con todas las emociones. Cada emoción tiene su función y no hay emociones buenas ni malas. Las emociones sólo son información. Lo malo con el miedo es permitir que te controle.
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La clave está en conocerte y aprender a identificar tus emociones, entender por qué sientes lo que sientes, saber qué te quieren decir cada emoción, percibir sus distinciones, reconocer su temporalidad y desarrollar herramientas para aprovechar conscientemente el maravilloso sistema GPS que pueden ser las emociones. Hoy, en un mundo en el que muchas personas viven una desconexión emocional, entender tus emociones y aprovecharlas en las decisiones que tomas es un gran diferenciador que favorecerá directamente tu eficacia en la vida.
No encuentro forma de que seas realmente libre sin conectar con tu autenticidad. La libertad de propósito, de acción, de pensamiento, de expresión, de poder luchar por tus sueños, de relacionarte con quien elijas, y de poder tener comportamientos congruentes con las emociones que experimentas, está conectada directamente con tu esencia. Esas características de tu alma y ser integral son las que te hacen realmente único y las que guardan las mayores potencialidades de tu paso por esta Tierra. Esas particularidades son con las que debes conectar para construir tu mejor versión y poder sentirte libre y pleno en tu propia piel.
Y es aquí donde la valentía es importante. En un mundo que promueve la desconexión de alma, la superficialidad, el desprecio por lo diferente y la deshonestidad emocional, en pro de cumplir estándares sociales y estereotipos absurdos y obsoletos, vamos consciente e inconscientemente traicionándonos a nosotros mismos para obtener reconocimiento y aceptación externa. Nuestra fisiología está hecha para conectar y eso provoca que el automático sea priorizar el sentido de pertenencia sobre la esencia, así ignoramos nuestro “yo auténtico”. Esto lo hacemos repetidamente durante años, incluso décadas, hasta que llegamos al punto de no reconocernos. Se ha formado tanta neblina entre nuestra esencia y la imagen que proyectamos o el personaje que nos dijeron que teníamos que ser, que nos sentimos perdidos, sin rumbo, sin esperanza o sin sentido.
Debemos ser valientes. El valiente es aquella persona que avanza en congruencia consigo misma, a pesar de sentir miedo. Si bien, todos sentimos miedo, el valiente no permite que el miedo lo paralice. El valiente ve el miedo a los ojos, lo toma de la mano, camina a su lado o se lo echa a la mochila, y avanza siéndose fiel a sí mismo.
/ Ponomariova_Maria/Getty Images/iStockphoto
En un mundo que nos impulsa a pagar costos altísimos por ganarnos aplausos, seguidores y likes, debemos ser valientes y enfrentar el miedo al rechazo, al abandono, la burla, el desprecio, la crítica, la humillación, etc. Porque sólo así seremos auténticos y, por tanto, verdaderamente libres. La valentía es un músculo que se ejercita, y qué mejor que hacerlo en ambientes seguros y con riesgos controlados. Eleanor Roosevelt, sugería hacer todos los días una cosa que te diera miedo. Promueve ser valiente en pequeñas dosis frecuentemente, así irás construyendo un sentido de capacidad, te demostrarás a ti mismo que puedes abrazar tu miedo y avanzar.
Probablemente, ahora te estarás cuestionando si estás en la situación que describí o revisando si sangra tu frente… Pero no sientas culpa, eso sólo empeoraría las cosas. Primero quiero decirte, no estás solo, todos hemos pasado o pasaremos por ahí. Segundo, mejor te propongo que seas valiente, abraces tu libertad interior y elijas conscientemente quién quieres ser ante lo que te sucede, ante esta desconexión de alma en la que te encuentras. Y más importante aún, que hagas un plan de acción sencillo para atenderla y te comprometas contigo a ser constante en trabajarlo por y para ti. No subestimes la importancia de los primeros pequeños pasos. Puedes empezar preguntándote, ¿Para qué me está pasando esto a mí? ¿Qué necesito para re-conocerme (volver a conocerme) hoy? ¿Cuál es la acción con la que me comprometo a iniciar la reconexión con mi autenticidad? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para vivir más en mi “yo auténtico” y menos en el personaje que he creado para pertenecer?
Te comparto algunas ideas, por las que puedes empezar:
1. Conócete: Explora herramientas de autoconocimiento como el Eneagrama o el test de fortalezas VIA.
2. Medita: Date espacios de introspección y silencio mental.
3. Reflexiona: ¿Con qué soñaba de niño? ¿Cómo te veías de adulto cuando tenías 12 años? ¿Se parecen las versiones de tus sueños a tu realidad actual?
4. Escucha podcast o sigue cuentas de redes sociales que te sumen y te inspiren; depura las que te hacen sentir insuficiente o te generan ansiedad.
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Hace muchos años leí una frase que ha sido clave en mi proceso de practicar la valentía para conectar con mi autenticidad y poder sentirme realmente libre, y quiero compartirla contigo: “El que quiere parecer, renuncia a ser”.
Paradójicamente, siempre que elijas traicionarte por “dar gusto a otros”, estarás alimentando el personaje que has creado de ti, y finalmente los desilusionarás, porque a nadie le gustan la hipocresía, las mentiras o las fachadas. Todos queremos conectar profundamente con otros, y la única forma de hacerlo, es con la esencia, la verdad, la autenticidad y lo genuino.
Espero sinceramente que al saberte y sentirte responsable de construir tu felicidad, te decidas a empezar a trabajar hoy por y para ti.
Puedes obtener más herramientas para profundizar en tu trabajo personal escuchando mi podcast Valentinamente Feliz, en cualquiera de las principales plataformas de audio. Asimismo, puedes contactarme en mis redes sociales Instagram, Facebook, Twitter y Youtube como Valentinamente Feliz y en mi página de internet www.valentinamentefeliz.com
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